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El café

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Hasta hace no mucho tiempo era impensable que en China se bebiera café, y la cosa no pintaba bien para multinacionales como Starbucks o Coffee Bean en este país, que sufrieron los primeros años. No obstante, como bien sabían estas empresas, no hace falta que te guste el café para que te lo tomes, o si no su café sería bueno. Y es que esta es una de las primeras reglas del marketing: es más importante el aspecto emocional que el funcional: El objetivo es convertir beber café en una experiencia y en un símbolo de status. Por eso  todos los Starbucks tienen Internet gratis en este país mientras hay que pagar en otros (sólo hay que tener un móvil chino y te envían un mensaje con la clave). Así irás al café a navegar y a aparentar que estás muy ocupado… a ver si ligas (esto me lo han comentado más de uno).

Los primeros en darse cuenta que los gustos cambiarían fueron los Taiwaneses, que son los que controlan el cotarro del café en China (con marcas propias y con las franquicias de las multinacionales). Han tenido tanto éxito que Shanghai está plagado de cafeterías, con marcas tan diversas como: Costa, Starbucks, Coffee Bean, 85 degrees, UBC, Wagas, etc… podéis mirar la lista en el Cityweekend… o mirad la imagen en googlemaps con la palabra «coffee», o 咖啡 (pronunciado kafei). Aunque aún puede ser peor, como vimos en Seul, donde hay más cafeterías que coches.


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Incluso han logrado exportar esa imagen tan americana de ir bebiendo café por la calle (o en el metro) con un vaso gigante y la marca bien visible… eso sí, con su toque local como los noodles en una bolsa de plástico.

¿Hay algo más Shanghainés que un Teppanyaki?

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Pues seguramente sí, millones de cosas, sobretodo porque el teppanyaki es japonés, no chino. No obstante, por lo menos durante los primeros meses de estar en Shanghai, era el tipo de restaurantes donde más íbamos… supongo que por lo de barra libre de cerveza y sake (o lo que fuera ese veneno que nos daban), y poder comer carne a la plancha, sin estar bañada en salsa ni monoglutamato.

Y quitando algún que otro mosqueo porque eran muy lentos al servir (viejo truco de cocinar lento para que se te vaya el hambre), siempre era muy divertido… sabías cómo ibas a entrar pero no cómo ibas a salir (o ese era el Kangaroo? da igual, normalmente iban juntos)..

Lo mejor era intentar emborrachar al cocinero, pero casi nunca lo logramos. Habrá que seguir intentándolo :)

El «mejor», o más bien, el primero que fuimos en Shanghai es el de Donghu lu… gracias Nano y Lisa por llevarnos allí, se ha convertido en un clásico…

Por cierto, hace tiempo que no hacemos ninguno… Teppanyaki anyone?

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